Disipar distancias a través de un plato
27/03/2011
Llegas, te sientas, las historias van apareciendo. Estás en un contexto, pero a menudo no te fijas en las personas que lo comparten contigo.
Llega a ti un mortero de hierro colado, caliente, que podría parecer un bol. En su fondo, semillas de lino y sésamo y pimientas de distintos tipos.
Sin darte cuenta, estás haciendo exactamente lo mismo que aquel japonés del otro lado de la sala: majar al unísono una elaboración en un mortero. Os separan culturas diametralmente opuestas, kilómetros y transbordos interminables, maneras de relacionaros distintas.
Y esa distancia física y emocional desaparece al instante con una sonrisa o una mirada porque ambos os descubrís intentando moler los ingredientes de una sopa en un mortero. Compartir, aunque sea un solo instante, es también un lujo en la sociedad del yo.
Finalmente, un caldo que ha reposado en probetas desde que llegaste se vierte en el mortero de semillas machacadas colectivamente. Todos tomamos sopa…